Es un poema que refleja la soberbia de los seres humanos al destruir aquello que nos da vida: el agua. Por otro lado, me interesa expresar lo absurdo que es el no darnos cuenta que nosotros, los seres humanos, somos los más afectados por nuestra destructividad: nosotros somos los que vamos a morir aún así que nos pensemos inmortales, la Tierra seguirá estando ahí.
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Colegio Madrid, México
2º de Bachillerato
María González Díaz